
“He llegado a la conclusión de que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos”.
Charles de Gaulle
En las últimas semanas, los diferentes partidos políticos están anunciando a bombo y platillo la inclusión de personalidades relevantes en las listas de las candidaturas a las elecciones que se acercan. Una carrera frenética a la que se apuntan casi todos, ya que se trata de buscar el tirón electoral de personas con trayectorias profesionales relevantes en sus respectivos ámbitos profesionales.
Aquí en la Comunitat Valenciana también. Recientemente acabamos de conocer el “fichaje” de Pedro Rodríguez, presidente de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana, para formar parte de la candidatura del PSPV-PSOE al Senado. Se trata del último episodio de las conexiones entre política y sociedades musicales. Tenemos más antecedentes. Por las mismas fechas hemos conocido la renuncia de Josep Almeria a continuar en Podemos, el partido político que le ofreció ir en las listas y por el que ha sido diputado en las Cortes Valencianas desde las elecciones autonómicas del 2015. No son los únicos. En 2003, otro expresidente de la FSMCV, Vicent Escrig, también concurrió a las elecciones autonómicas y consiguió un escaño. En dieciséis años, tres presidentes de la FSMCV (de los cuatro últimos) han acabado por seguir los cantos de sirena de la alta política.
También en la política municipal, a poco que escarbemos, encontramos numerosos casos de presidentes y miembros de las juntas directivas de las sociedades musicales locales que acabaron implicándose en la política municipal y se convirtieron en alcaldes y concejales.
Es muy significativo y difícil encontrar paralelismos tan claros en otros ámbitos del asociacionismo civil. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que nos encontramos ante un clásico: sociedades musicales y política.
Esto, como casi todo en la vida, admite muchas miradas y valoraciones. Desde quienes critican estas pasarelas, argumentando oportunismo y aprovechamiento del cargo para hacer “carrera política”, hasta otros, entre los que nos encontramos, que lo comprendemos y lo vemos como algo muy natural y normal. Incluso positivo, pues demuestra la importancia y transcendencia de nuestra manifestación social y cultural.
Y añadiremos en esta línea algunas reflexiones más. La primera: las sociedades musicales son una escuela eficiente de líderes y gestores. Son organizaciones complejas y difíciles de gestionar. Además, son proclives a generar conflictos internos si no se consiguen los éxitos esperados o simplemente si el ambiente social no es bueno. ¡Y qué decir de sus problemas económicos estructurales! En definitiva, un escenario muy exigente para cualquier voluntario que quiera aceptar tamaño reto. De hecho, cada vez es más difícil encontrar a personas dispuestas, ya que las recompensas son pocas y los sinsabores muchos.
Por ello, cuando alguien demuestra excelencia en este terreno, por lo general nos encontramos ante un buen gestor, con inquietudes sociales, capacidad de liderazgo y con criterio adecuado para resolver conflictos. Muy normal que sea un sólido candidato para la gestión de lo público.
Y la segunda: ojo con perder imparcialidad política porque el conflicto estará servido. Desde sus inicios, las sociedades musicales han sido lugares comunes. Todos tienen cabida en ellas, con independencia de diferencias ideológicas, de orden social, de género y de edad. Un ejemplo de transversalidad social.
En la teoría, claro, pero nuestra historia está jalonada de episodios de divisiones originadas por la “cuestión política”. Muchas veces las músicas “nuevas” escindidas de las músicas “viejas” surgieron por conflictos de carácter partidista, después de una supuesta pérdida de la imparcialidad política. Mucho cuidado pues.
Y no es fácil. He conocido a presidentes que lo han hecho muy bien. Desde aquí me gustaría rendir homenaje a quien fue mi presidente en la Unió Musical de Llíria, Enrique Aliaga, un ejemplo a seguir en este terreno, capaz de mantener una exquisita imparcialidad renunciando a los rápidos beneficios de pasarse “al lado oscuro” de la política en el ejercicio del cargo. Siempre prefirió aquello de “más vale honra sin barcos…”
En conclusión, forma parte de nuestro ADN mantener un difícil equilibrio con la política, siempre habrá conexiones, más o menos afortunadas. Pero creo que nunca renunciaría a nuestro carácter transversal. Es nuestra mayor fortaleza.
Al mismo tiempo, celebremos que nuestros líderes exitosos puedan seguir ejerciendo una buena labor en el mundo político, porque representará una oportunidad para que nuestras bandas de música sean más conocidas y valoradas. Y sobre todo, desde sus elevadas responsabilidades seguro que podrán contribuir a mejorar nuestras siempre necesitadas sociedades musicales. Falta nos hace.
Fernando Montero Castellano dice
Las sociedades musicales como dices Manuel, son ejemplo de la transversalidad social, sus componentes representan a todas o la mayoría de clases sociales de los pueblos. conviven en perfecta comunión miembros de distintas creencias religiosas, son sociedades en las que primero se integraron las mujeres, miembros de distintas edades, en definitiva se podría decir que una banda de música representa la esencia y diversidad de un pueblo.
Los dirigentes de las sociedades musicales, si, deben ser imparciales y por lo tanto nada tendenciosos. Después de su gestión como no podría ser de otra forma pueden optar por la opción política con la que se sientan identificados. Pero mosquea un poco que ya tres de los presidentes de la Federación de Bandas, en muy poco tiempo la federación, dando por supuesto su valía personal. les haya servido de trampolín en distintas opciones políticas lícitas y comprensibles pero como he dicho anteriormente mosqueantes: ¿ Cual será el próximo?
Manuel Tomás dice
Totalmente de acuerdo en la primera valoración Fernando, nos sobran los proyectos tendenciosos o sectarios, lo más valioso son los proyectos inclusivos donde todo el mundo tenga cabida, bien lo sabes que provienes del mundo de la educación. Es curioso lo de los tres presidentes, más que mosquearme, y entendiendo a la política que siempre quiere atraer el voto de la gente, mi lectura es que somos muy importantes y que las bandas son el fenómeno asociativo más potente en la Comunitat Valenciana, miremoslo así y juzguemos a las personas por sus actos y resultados. Esperemos que aporten mucho¡¡¡
Un abrazo a toda la Serranía y al magnífico pueblo de Villar del Arzobispo